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La vida es para hacer magia

El verdadero hombre de magia es aquel que transforma su mundo miserable en un destino extraordinario (...)”, dice uno de los personajes de la nueva obra del escritor Juan José Rodríguez, “La novia de Houdini”.

Así lo hace Abraham, un joven que, enajenado por el amor, deja la vida mundana, el tedio y la rutina que lo intenta aprisionar en un pueblo muerto, para perseguir la ilusión, la aventura y el azar que alimentan los días y las noches de un grupo de magos, y así trazar un nuevo destino. 

http://youtu.be/3GZVkPGXcuQ

El verdadero hombre de magia es aquel que transforma su mundo miserable en un destino extraordinario (…)”, dice uno de los personajes de la nueva obra del escritor Juan José Rodríguez, “La novia de Houdini”.

Así lo hace Abraham, un joven que, enajenado por el amor, deja la vida mundana, el tedio y la rutina que lo intenta aprisionar en un pueblo muerto, para perseguir la ilusión, la aventura y el azar que alimentan los días y las noches de un grupo de magos, y así trazar un nuevo destino. 

En entrevista para Reporte Indigo, Rodríguez reconoce que la felicidad no depende de que el ser humano altere su destino, como lo hace Abraham en la novela al escapar con Florissa, la ilusionista que lo ha enamorado, Lorenzo Ludovico, el gran maestro de la magia, Antonio de Orsini, el lanzador de cuchillos, y Schackleton, quien habla con los muertos. 

Hay personas que “(…) nacen en una casa, se casan con la vecina que trabaja a la vuelta y toda la vida se la pasan ahí… y acaban en un panteón con toda la familia”, dice. Pero “hay gente que rompe eso y se sale de su destino y acaba trabajando de marinero en Veracruz, de carpintero en Alemania, de vendedor de armas en África (…) ese es el que hace magia”, enfatiza. Porque de eso se trata la vida. De hacer magia. 

“Pero también el que se queda (…) puede ser feliz y (estar) contento con su vida. Y son dos paradigmas distintos”, dice el también autor de “Asesinato en una lavandería china” y “El gran invento del siglo XX”. 

Rodríguez cuenta que creció en un barrio en el centro de Mazatlán, cerca de la playa. Fue a partir de los siete años cuando incursionó en el nomadismo. 

“Volvía, venía. Y ahora, tengo 10 años y un bebé con una chica que vivía ahí, y que nunca la vi. Que fue conmigo al kinder incluso. Yo jamás la vi. La recuerdo como una chica flaca, sangrona”, narra. “Ahora acabé con ella, tuve que irme, recorrer una buena parte del mundo, para acabar con una dama que estaba a unos cuantos pasos de mi casa. Esa es magia”. 

La novela adentra al lector en el mundo del espiritismo a través de Shackleton, quien “es capaz de hablar con los muertos y decirnos la fecha exacta de su muerte en un pueblo que nunca antes hemos pisado, ya que esa razón la recibe en los panteones”, comenta.

Y le dice a los allegados de los fallecidos lo que quieren escuchar: “la familia estará más que lista de escuchar sus peripecias en la otra dimensión de la vida”, relata Rodríguez. 

Lo mismo sucede en la vida cotidiana, fuera de los escapistas, ilusionistas y lanzadores de cuchillos. Simplemente está la necesidad de depositar la fe en algo.

Como dice Rodríguez, “siempre le vamos a estar creyendo a otros. Los productos milagros, los políticos redentores. La humanidad siempre está buscando un Mesías o un producto que lo salve”.

Hay quien cree en los horóscopos y, aunque dice no tenerles mucha fe, confiesa que todas sus novias “han sido piscis y géminis y con las acuario me he peleado. Con las capricornio no duro ni un mes. Así que hay algo”. 

Para Rodríguez, “la vida se mide por los momentos en que nos sorprendemos y vemos claro, y no cuando respiramos normalmente. (…) que respiremos día a día es un milagro. Que hoy despertemos vivos es un milagro. Pero no nos damos cuenta, hasta que nos quedamos sin aliento”. 

> ‘La novia de Houdini’ 
Novela de Juan José Rodríguez

 

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