Historia del pecado

¿Quién mató a la Hermana Cathy? Es la pregunta que constantemente se hace Tom Nugent, periodista independiente que cubrió el asesinato de Catherine Cesnik, mujer que desapareció de manera misteriosa el 7 de noviembre de 1969 y tres meses después fue encontrada, sin vida.

La mujer de 26 años de edad, era una novicia que daba clases al interior del colegio Keough, se le conocía por ser diferente en sus lecciones, instruyendo a su alumnado femenil obras como “La letra escarlata”, “Romeo y Julieta” e invitando a la reflexión más allá de la obra.

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Horas se grabaron de material y un año duró la edición de la miniserie
Hasta la fecha, el homicidio de Catherine Cesnik sigue impune y tampoco se ha logrado comprobar el abuso sexual a decenas de jóvenes del colegio Keough
La serie explora la temática del abuso sexual cometido por un cura en contubernio con las autoridades de Baltimore y el asesinato de una monja

¿Quién mató a la Hermana Cathy? Es la pregunta que constantemente se hace Tom Nugent, periodista independiente que cubrió el asesinato de Catherine Cesnik, mujer que desapareció de manera misteriosa el 7 de noviembre de 1969 y tres meses después fue encontrada, sin vida.

La mujer de 26 años de edad, era una novicia que daba clases al interior del colegio Keough, se le conocía por ser diferente en sus lecciones, instruyendo a su alumnado femenil obras como “La letra escarlata”, “Romeo y Julieta” e invitando a la reflexión más allá de la obra.

Después de su muerte, ocurrida en Baltimore, Maryland, Estados Unidos, el caso fue marcado por la opacidad de las autoridades en encontrar al homicida, ya que hasta la fecha no se ha encontrado al responsable.

Sin embargo, al igual que Nugent, más reporteros siguieron la intriga y en conjunto con dos exalumnas se ha perseguido la verdad durante más de 40 años. Y al remover el pasado, se encontraron con un oscuro pasaje al interior de la escuela Keough: un cura que usaba su poder para violar a decenas de jovencitas que callaron durante décadas y la posibilidad de que Cesnik haya descubierto el aprovechamiento, siendo silenciada con la muerte para evitar un escándalo.

Esta es la premisa en la que se construye “The keepers”, miniserie documental original de  que explora la impunidad al interior del clero religioso en Estados Unidos y cómo es que el mismo sistema judicial protege a la Iglesia Católica.

Más allá del asesinato

Lo que atrapa al espectador desde el comienzo de la serie de siete capítulos es el halo de misterio alrededor de la muerte de Catherine “Cathy” Cesnik, quien reaparece desnuda y sin vida el 3 de enero de 1970 en un terreno baldío en Baltimore, y cómo el ahínco de dos exalumnas por encontrar indicios del crimen escala a algo más.

“Nunca nos propusimos hacer esto para resolver un asesinato. Pero lo que ha pasado a través de haber hecho esto, es que ha atraído a la gente de una manera que no habría sucedido si no hubiera un escrutinio o riesgo de exposición”, explica Ryan White, director del documental.

A través de una página de Facebook, Gemma Hoskins y Abbie Schaub empezaron a llamar la atención en torno al crimen sin resolver de Cesnik y recordaron que en su momento la prensa reportó que había una mujer anónima que tenía más información, pero que por miedo no declaró a las autoridades.

Es así como se logra encontrar a Jean Wehner, quien iba al colegio Keough y le había contado una atroz realidad a Cesnik: la estudiante era violada por Joseph Maskell, cura perteneciente a la escuela, que además presuntamente hacía lo mismo con otras señoritas de la institución educativa.

¿Acaso Cesnik fue privada de su vida para evitar destapar la cloaca de perversión de Maskell?

Encubriendo la verdad

White fue redescubriendo la historia en torno a Maskell y cómo es que en 1995 Wehner demandó al colegio por los abusos cometidos por el clérigo, pero el caso no procedió en la corte por falta de más testimonios.

El realizador grabó alrededor de 750 horas de entrevistas, las cuales se editaron a lo largo de un año y lo que se pensó como un documental tuvo que escalar a una miniserie de siete capítulos.

Pero para el equipo de White no fue fácil que, además de Wehner, otras víctimas de Maskell, o personas allegadas al caso hablaran a cuadro, no todas estaban dispuestas a ventilar lo ocurrido.

“No estoy hablando de víctimas de abuso … Estoy hablando de la gente que podría tener información, la gente que estaba en posiciones de poder o pudo haber presenciado algo. A veces me resultaba muy difícil y frustrante intentar conseguir que la gente pudiera validar las víctimas o corroborar a las víctimas para que las denuncien”, pronuncia el documentalista.

Una pieza fundamental que abre el rompecabezas contra el religioso, es la conversación que White tuvo con Teresa Lancaster, quien fue alumna de Keough en 1972 y también fue agredida, aparte de revelar otro apartado de Maskell.

Los secretos de Maskell

Lancaster reveló que además de el abuso del sacerdote, este tenía una red de complicidad con la policía de Baltimore, ya que en una ocasión ella fue llevada al bosque en el auto de Maskell y fue violada por uniformados de seguridad pública.

También el capellán obligaba a las señoritas a acudir con Christian Richter, ginecólogo con el que también se mantenían encuentros sexuales forzados, el médico corroboró en una entrevista televisiva en la década de 1990 haber sido amigo de Maskell, más no confirmó los abusos a las mujeres.

Otra irregularidad por parte del hombre de sotana fue que en 1990 exigió a William Storey, cuidador del cementerio de la Santa Cruz, guardar silencio en torno a que, sin permiso, se hiciera una excavación profunda para enterrar cientos de documentos que presuntamente le vinculaban con Richter y las señoritas violentadas.

Cuatro años después, con la investigación pendiente del asesinato de Cesnik y tras el aviso de Storey a las autoridades de esta fosa documental, fueron desenterrados los papeles pero no se encontró evidencia para inculpar a Maskell ni del homicidio, ni de sus abusos sexuales.

Más abuso clerical

La cinta “En primera plana” (2015) se basó en el reportaje publicado en 2001 por el Boston Globe que revivió el caso de sacerdotes pederastas que molestaban a niños en Boston en 1976. La producción ganó el Oscar a Mejor Película en 2016.

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