El ladrón de ladrones

No muchos pueden decir que su vida se convirtió en la trama de una película. Pero en el caso de Ronnie Biggs, es probable que las adaptaciones no hagan justicia a la era de aventuras que fueron sus 84 años en la Tierra.

En 1963, un grupo de hombres con las caras cubiertas asaltó un tren de correos que viajaba de Glasgow a Londres, y escaparon con 2.6 millones de libras (que hoy serían 40 millones).

Al evento se le ha apodado como “El gran robo de tren” y 50 años después, sus perpetradores son íconos. Pero conseguir el dinero con éxito no fue el fin de sus aventuras.

El grupo de ladrones fue capturado, Biggs fue sentenciado a 30 años de cárcel por su delito –que además costó la vida al chofer del vehículo unos años después– pero 15 meses después, en 1965, escapó de la prisión de Wandsworth usando una escalera de cuerda.

El resto de su vida fue, en sus propias palabras, una telenovela. Primero se fugó a Paris con su esposa y dos hijos, después se instaló en Australia, para terminar en Brasil.

En 1974, un agente de Scotland Yard intentó extraditarlo de Río de Janeiro, pero Biggs se defendió argumentando que había tenido un hijo con su novia brasileña, Raimunda.

Pero en el 2001 decidió volver al Reino Unido, de hecho vendió su historia por 20 mil libras al diario británico The Sun.

En mayo de ese año aterrizó en el país e inmediatamente fue arrestado y encarcelado para cumplir los 28 años pendientes de su sentencia.

En el 2009 fue liberado, después de sufrir varios ataques y una grave neumonía, pues se esperaba que muriera pronto y se le concedió la “libertad por compasión”. Pero contra todas las predicciones Biggs viviría cuatro años más, hasta ayer 18 de diciembre.

Según reportes de la BBC, en el 2011 su hijo Michael reveló el deseo del “gran ladrón” de que sus cenizas se esparcieran entre Brasil y Londres, los dos lugares en los que pasó la mayor parte de su vida.