Arte para reflexionar

Una obra de arte siempre será objeto de crítica y análisis. La escultura de un ave, por ejemplo, puede resultar atractiva para una persona, o simplemente grotesca para otra.

Una obra de arte siempre será objeto de crítica y análisis. La escultura de un ave, por ejemplo, puede resultar atractiva para una persona, o simplemente grotesca para otra.
Pero independientemente de la variedad de emociones que una pintura pueda llegar a despertar en el espectador, lo cierto es que el ser humano tiene la capacidad de conmoverse ante lo que encuentra estéticamente agradable.
Y no es una simple reacción. Al ser expuestos a un estímulo artístico que nos conmueve, se activan las mismas regiones del cerebro asociadas a la ejecución de tareas que consideramos relevantes, como cuando nos damos el tiempo de hacer introspección, o para autoevaluarnos.
Así lo demuestra un estudio de reciente publicación por el Journal Frontiers in Human Neuroscience, realizado por investigadores de la Universidad de Nueva York.
¿La dinámica? Unas 109 imágenes de la base de datos del Catalog of Art Museum Images Online, de procedencia multicultural y de diversos periodos históricos que evitaron su fácil reconocimiento, se presentaron a un grupo de observadores de la Universidad de Nueva York. Algunos de los observadores contaban con estudios de nivel principiante en arte e historia de arte, y otros con estudios de grado en esta disciplina.
Para cada una de estas imágenes, a los participantes se les solicitó que evaluaran qué tanto les resultaban “hermosas”, “irresistibles” o “poderosas”, con la aclaración de que algunas de éstas les podrían resultar “extrañas”, o inclusive “feas”. Lo que se buscaba era que al responder, los observadores partieran de la base de evaluar qué tanto les “conmovía” cada una de las imágenes.
Durante el proceso, las regiones cerebrales de los participantes fueron estudiadas mediante imagen por resonancia magnética funcional (IRMf). En aquellos que recibieron una fuerte carga emocional ante la apreciación estética, se encontró un aumento significativo de actividad en las mismas estructuras neuronales implicadas en momentos cuando hacemos ejercicios de autoreflexión, o tareas que exigen nuestra concentración absoluta. 
Quizá a la salida de la próxima visita que realicemos a un museo, entonces, estemos lo suficientemente listos para iniciarnos en la meditación en casa.

 

Para leer el estudio completo, ingresa a: http://www.frontiersin.org/Human_Neuroscience/10.3389/fnhum.2012.00066/abstract

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