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Amor carmesí

El libro que después se convirtió en película ‘Déjame entrar’, escrito por el sueco John Ajvide Lindqvist, ahora también muta al teatro en México, en una obra adaptada por Hugo Arrevillaga y que ofrece una visión adolescente del amor y el gusto por la sangre

¿Por qué el amor tiene que ser algo mundano? Algo propio sólo de los mortales, sin dar paso a quienes eternamente eligen la noche como su resguardo, que se alinean del mundo tras las sombras y cuyo único alimento es el suero de la vida, ese que transita el torrente de la yugular, la aorta y el resto del sistema circulatorio.

Los vampiros también tienen derecho a amar, a sentir, a vivir (aunque vivan por siempre), inclusive hay adolescentes que tienen 200 años de existencia.

Esto es en parte lo que proponía John Ajvide Lindqvist en su novela “Déjame entrar”, la cual publicó en 2004 y al poco tiempo se convirtió en dos adaptaciones fílmicas, una sueca que vio la luz en 2008 y la estadounidense de bajo presupuesto del 2010.

Del texto de Lindqvist salió una adaptación también para teatro realizada por Jack Thorne en 2013 y ahora llega a México una puesta en escena bajo inquietud y dirección de Hugo Arrevillaga.

“Cuando hablas de una historia de horror con estas características que tiene ‘Déjame entrar’, pero además abordada desde la historia del primer amor y de una joven que aparentemente tiene 14 años pero en realidad tiene 200 como vampiro que es y está buscando afanosamente a través de una relación amorosa con un joven que aparenta su edad regresar a la vida”, comenta Arrevillaga en una charla informal con quien escribe.

Arrevillaga confiesa que tiene tiempo viendo cine de horror en las noches para dormir, se revela gustoso de filmes vampíricos como “A girl walks home alone at night” (2014), “Solo los amantes sobreviven” (2013), “Thirst” (2009), “The lost boys” (1987) y el clásico “Drácula”, adaptado por Francis Ford Coppola en 1992 del texto original de Bram Stoker.

El teatrista ha elegido el “Foro Shakespeare” como su nicho para la primera temporada de la obra a estrenarse este viernes y lo primero que tiene que advertir el público es que Arrevillaga busca crear una atmósfera como la que ocurre en donde se desarrolla la ficción.

La sensación gélida de Estocolmo inunda las butacas, con neblina artificial y un escenario con elementos que recuerdan al bosque son esenciales para esta obra, en la que el espectador se sentirá inquietado al presenciar “Déjame entrar”.

“Es muy convocante esta historia para los jóvenes y creo que pueden encontrar justamente en la metáfora de esta historia una posibilidad de fortalecerse”, reflexiona el director.

Otro de los impulsos para Arrevillaga para hacer “Déjame entrar” es que tiene una hija de 11 años, misma a la que le interesó la trama en la que una chica vampira se enamora.

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