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La hora de los populistas

Si bien los medios de comunicación han tratado la victoria de Donald Trump como un fenómeno puramente norteamericano, el nacionalismo xenófobo y proteccionismo económico de su discurso ha sido una fórmula exitosa desde principios de los 80 para los partidos de extrema derecha en Europa.

 

Si bien los medios de comunicación han tratado la victoria de Donald Trump como un fenómeno puramente norteamericano, el nacionalismo xenófobo y proteccionismo económico de su discurso ha sido una fórmula exitosa desde principios de los 80 para los partidos de extrema derecha en Europa.

 

La idea de que la nación se encuentra amenazada y que su cultura, su historia, su identidad y su esencia como país peligran principalmente por la inmigración que es siempre “rápida, masiva e inminente” ya vive en el otro lado del mundo. 

 

A pesar de los horrores históricos del nazismo y los desastres del fascismo, los partidos de ultraderecha en Europa no se erradicaron y hoy son portadores de estas ideologías. 

 

Para estos movimientos, el odio a la inmigración está acompañado por un odio a los musulmanes. 

 

Y en otros países, es el odio a los pobres y a los extranjeros considerados subhumanos, convirtiéndose a su vez, en un odio étnico estereotipado, en particular contra los rumanos.

 

Por otra parte, las democracias del norte de Europa, que parecían escapar de este empuje político nacionalista, están hoy mutándose. 

 

Y aunque el ascenso de la extrema derecha sigue siendo limitado en España o Portugal, estos no dejan de ser una opción latente.

 

El principal éxito de los ahora llamados euro-Trumps ha sido propulsado por la importancia que juega el tema de la inmigración como debate político. Todo eso, nutrido por el sentimiento de que la vasta burocracia de la Unión Europea ha dejado de responder a la voluntad del pueblo.

 

Así que desde Austria, pasando por Alemania, Francia y Rusia, todos los partidos xenófobos que ahora apuestan por el euro-escepticismo, celebran el triunfo político de Donald Trump. 

 

Coinciden en que los problemas del proyecto europeo se deben a la inmigración y proponen deportaciones, recortes de derechos a quienes ya son residentes en sus países y un aumento de la represión contra los que intenten cruzar. 

 

En Austria y Alemania los políticos populistas no han dejado de denunciar el cosmopolitismo y la presencia de extranjeros

 

Antiinmigración holandesa

 

El parlamentario holandés Geert Wilders ha construido su carrera política a base de ataques hacia los inmigrantes en general, y a los musulmanes en particular.

 

La estrategia de Trump es exactamente la misma que la de Wilders en Holanda: él nunca se arrepiente, nunca se disculpa, y su partido está muy por delante en las encuestas. 

 

Y sin reparo en haber sido imputado por los delitos de discriminación e incitación al odio en 2014, con las elecciones que se espera que tengan lugar dentro de un año en el país, Wilders podría recibir el doble de votos que su rival más cercano.

 

Cerrados a los refugiados 

 

En Alemania, el rechazo a la política de apertura a los refugiados llevada a cabo por el Canciller, es canalizada a través del partido Alternativa para Alemania (AfD), dirigido por Frauke Petry, la líder de 40 años que ha ganado terreno político con un discurso antiinmigrante radical.

 

Petry alcanzó notoriedad cuando el AfD anunció que su principal meta política era rechazar el euro, para volver al marco alemán. Ahora son la tercera fuerza política del país, y podrían darle un revés al partido de Ángela Merkel en 2017. 

 

El primer populista

 

Norbert Hofer, el candidato de la extrema derecha austriaca, podría ser el primer líder populista en llegar a la cabeza de un país miembro de la Unión Europea.

 

Las provincias campesinas se perfilaron hacia la extrema derecha, y las ciudades más grandes, 

especialmente Viena, se perfilan masivamente por el ecologista, lo que supondría una victoria para la ultraderecha. 

 

Un líder encarcelado

 

El partido Amanecer Dorado, de inspiración neonazi, es la tercera fuerza política de Grecia a pesar de que su líder, Nikos Michaloliakos, está en prisión preventiva desde septiembre de 2013.

 

El partido tiene una base ideológica ultranacionalista, xenófoba, nativista, racista y autoritaria. Utiliza un logo de esvástica.

 

Putin, el amigo ruso

 

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, no ha tenido medida para elogiar al ahora presidente de los Estados Unidos, incluso ayer lo llamó para desearle éxito a la hora de ejecutar su programa de campaña, informó el Kremlin. 

 

Putin y Trump están convencidos de que tienen claros enemigos en común: el terrorismo internacional y el extremismo, y coinciden en unir esfuerzos para combatirlos.

 

Putin asegura que representa los valores de la “Rusia eterna” que no se deja contaminar por 

Occidente, mientras que Trump se presenta como el hombre que hará “otra vez grande a América”.

 

Ultraderecha francesa

 

El caso de la ultraderecha francesa es un caso excepcional. 

 

Además de que ningún movimiento fascista había confiado su liderazgo a una mujer, bajo el mandato de Marine Le Pen, hija del fundador del partido, el Frente Nacional ha llevado a cabo una renovación sin precedentes en su lenguaje y ha superado su imagen. 

 

En ese sentido, los líderes de la ultraderecha europea confían en Marine Le Pen el próximo trofeo para el populismo de cara a la elección presidencial de mayo de 2017.

 

Más control en la frontera

 

El Partido Popular Danés (PPD) quedó como segunda fuerza política en las elecciones generales del año pasado e impone legislaciones más restrictivas con respecto a la emigración de la Unión Europea. 

 

Se prohíbe a los daneses casarse con un emigrante menor de 24 años y se exige a estos el conocimiento de la lengua nacional. Ahora también piden controles en la frontera con Alemania y la celebración de un referéndum sobre la permanencia en el bloque comunitario.