Las secuelas del Brexit

Tras los resultados de las elecciones generales en Gran Bretaña, la Primer Ministra, Theresa May queda en una posición comprometida de cara a las negociaciones para el Brexit.

A pesar de que el Partido Conservador ganó los comicios quedó lejos de la mayoría absoluta que esperaba obtener y los laboristas, de la mano de Jeremy Corbyn, aumentaron su fuerza e incluso ya piden la dimisión de May.

1.8
Por ciento de las preferencias alcanzó apenas el partido político impulsor del Brexit, el UKIP
Quizá la única buena noticia para May es que el Partido Nacionalista Escocés también perdió presencia en el Parlamento, por lo que el referéndum de independencia de Escocia pierde fuerza
May se propone formar un gobierno de minoría con el apoyo del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte, que con sus 10 escaños, sumados a los 318 conservadores le dan un margen suficiente para gobernar
El líder laborista Jeremy Corbyn ha pedido la dimisión de Theresa May tras la jornada electoral, pero se mantiene en el cargo llevando a cuestas la derrota de su partido y su debacle personal

Tras los resultados de las elecciones generales en Gran Bretaña, la Primer Ministra, Theresa May queda en una posición comprometida de cara a las negociaciones para el Brexit.

A pesar de que el Partido Conservador ganó los comicios quedó lejos de la mayoría absoluta que esperaba obtener y los laboristas, de la mano de Jeremy Corbyn, aumentaron su fuerza e incluso ya piden la dimisión de May.

Un año después del referéndum que daría pie a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, las secuelas de esta decisión siguen llegando y tienen a Gran Bretaña en medio de uno de los momentos políticos más complicados de su historia reciente.

La renuncia de un primer ministro, las presiones para un referéndum de independencia de Escocia, la debacle del partido gobernante en las elecciones y una primer ministra debilitada, son el saldo directo o indirecto a una semana de que de inicio la negociación por el Brexit.

Más allá de la inestabilidad política, con la incertidumbre del futuro del gobierno, las repercusiones van más allá de Londres y trascienden sobre todo en los términos de salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.

En teoría, el inicio de las conversaciones formales entre el gobierno británico y la Unión Europea comienzan el próximo lunes 19 de junio, sin embargo, con la actual situación política en el Reino Unido las negociaciones podrían aplazarse, un contratiempo inesperado y perjudicial para Theresa May.

Aún cuando los conservadores contaban con mayoría en el Parlamento, Theresa May convocó en abril a elecciones anticipadas.

Su apuesta parecía ganadora. Con estos comicios adelantados, la Primer Ministra quería asegurarse una mayoría aplastante en el Parlamento, aumentar el número de legisladores conservadores, y con ello reforzar su legitimidad de cara a las negociaciones con los 27.

Todo le salió mal. Es verdad que los conservadores son el partido con mayor presencia en el parlamento, pero May perdió la mayoría absoluta que había heredado de su antecesor David Cameron y aunque los laboristas quedaron en segundo lugar, registraron un avance sobresaliente.

Cuestión de percepción política. Las expectativas que tenían hace 3 meses uno y otro partido eran muy distintas, los conservadores quedaron muy por debajo, y los laboristas muy por encima.

Desconcierto y confusión

Un hecho que retrata la realidad política que vive hoy Reino Unido es el hecho de que el partido político impulsor del Brexit, el UKIP, prácticamente quedó borrado del panorama político. En la última votación alcanzó apenas el 1.8 por ciento de las preferencias.

Desde que se conoció el resultado del referéndum por el Brexit en junio de 2016, incluso entre los que votaron a favor comenzaron a gestarse las dudas sobre si el divorcio con la Unión Europea era la mejor opción.

Un año después, tras la cadena de acontecimientos y la incertidumbre sobre las condiciones de la salida, las dudas no han hecho más que incrementarse.

Los dos líderes de las principales fuerzas políticas, la conservadora Theresa May y el laborista Jeremy Corbyn fueron opositores al Brexit, y serán dos de las figuras clave en las futuras negociaciones, independientemente del papel que les toque desempeñar.

Corbyn ha pedido la dimisión de Theresa May tras la jornada electoral, pero hasta el momento se mantiene en el cargo, llevando a cuestas la derrota de su partido y su propia debacle personal.

La Primer Ministra sigue defendiendo que el Partido Conservador es el único capaz de dar la estabilidad necesaria y guiar al país en las cruciales negociaciones del Brexit.

May se propone formar un Gobierno de Minoría con el apoyo del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte, que con sus 10 escaños, sumados a los 318 conservadores le dan apenas un margen reducido, pero suficiente para gobernar.

Sin embargo, el gobierno no va a contar con la mayoría absoluta que anhelaba, lo que obligará a May a tener que sentarse a pactar con las otras fuerzas políticas y tratar de llegar a consensos.

Los laboristas, principal oposición, no le facilitarán la tarea al gobierno de cara a las negociaciones con el Brexit, y la labor legislativa es un punto clave en las conversaciones que se sostendrán durante los próximos dos años.

La posición británica no solo podría no ser tan rígida como la que impulsaba con Theresa May y acercarse a una más moderada, sino que gran parte del apoyo legislativo podría estar supeditado a las concesiones que pueda hacer May a los laboristas en la política interna, y para ello quizá tendría que renunciar a algunas de sus reformas.

Con el Brexit como la prioridad del próximo gobierno británico en los próximos meses, es previsible que los conservadores tengan que hacer sacrificios para mantener lo más posible su línea de negociación con Bruselas.

En cualquiera de los posibles escenarios futuros, Theresa May ha quedado en una posición sumamente inestable y muy débil de cara a las conversaciones con la UE e incluso al frente del gobierno británico.

No solo Corbyn y los laboristas han pedido su dimisión, sino incluso algunas voces críticas dentro de los conservadores, como la legisladora Anna Soubry ha dejado entrever que Theresa May necesitaría valorar su permanencia al frente del gobierno.

Quizá la única buena noticia para May es que el Partido Nacionalista Escocés también perdió presencia en el Parlamento, por lo que el referéndum de independencia de Escocia pierde fuerza.

La crisis política apenas comienza.

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