…Y epicentro de la crisis

Estados Unidos fue el epicentro de la recesión global más profunda desde la Gran Depresión. Su crisis financiera, derivada de una política monetaria poco atinada y de la falta de regulación a las grandes instituciones financieras, se esparció inmediatamente a lo largo del planeta a través de los canales del sistema financiero mundial.

Las consecuencias fueron desastrosas: la contracción económica y el desempleo se convirtieron en la nueva realidad económica en el mundo emergente y desarrollado. A siete años de la caída de Lehman Brothers, la recuperación no se ha concretado y las perspectivas de crecimiento global continúan por debajo de los niveles previos a la crisis.

Más allá de las fallas internas de política económica que dieron origen a la Gran Recesión, la liberalización financiera y la apertura global promovida por Estados Unidos mediante organizaciones multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional jugaron un papel importante para determinar la gravedad de la crisis y su extensión a otros mercados. 

Remedio costoso

Ante la nueva coyuntura, la reacción de no se hizo esperar. Sin embargo, la receta que planteó el gobierno americano para salir de la crisis no estuvo exenta de costos para el resto del mundo.

La política monetaria poco convencional que ejecutó la Reserva Federal creó nuevos riesgos y generó una falsa sensación de bienestar en los mercados financieros. 

Cuando se trató de normalizar esta política llegaron las disrupciones: niveles récord de volatilidad, depreciación generalizada de las divisas emergentes, caída en el precio de las materias primas y repatriación de capitales desde la periferia hacia el centro, por citar algunos efectos.