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Paradoja fiscal

Los problemas en los mercados financieros y en la economía global han puesto a las autoridades de los mercados emergentes como México entre la espada y la pared.

Por un lado, el crecimiento económico muestra señales de desaceleración tanto en países desarrollados como Estados Unidos, Japón y la eurozona, como en países en desarrollo como China, Brasil y Rusia.

3.4%
el crecimiento
económico global pronosticado para el 2016, según el FMI
"Un abordaje colectivo de política más fuerte es urgentemente necesario, enfocado al mayor uso de políticas fiscales y estructurales a favor del crecimiento”
Catherine MannEconomista en jefe de la OCDE
El uso de incrementos en el gasto público financiados con déficits presupuestarios arriesgaría la estabilidad macroeconómica y perfil crediticio de los mercados emergentes

Los problemas en los mercados financieros y en la economía global han puesto a las autoridades de los mercados emergentes como México entre la espada y la pared.

Por un lado, el crecimiento económico muestra señales de desaceleración tanto en países desarrollados como Estados Unidos, Japón y la eurozona, como en países en desarrollo como China, Brasil y Rusia.

Tomando esto en cuenta, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Mundial (BM) han recortado sus pronósticos de expansión para la economía global de este año.

El FMI y la OCDE advierten que la política monetaria acomodaticia que ha prevalecido posterior a la crisis del 2008 ya no es suficiente para sostener el crecimiento, por lo que es urgentemente necesario que las autoridades fiscales hagan su parte con medidas de estímulo como  incrementos en el gasto público o recortes de impuestos.

Sin embargo, las autoridades de los países emergentes se están dirigiendo en la dirección contraria, apretando las condiciones en sus economías. 

En México un ejemplo de esto se vio la semana pasada en el anuncio conjunto realizado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y por el Banco de México (Banxico), con lo cual se reveló un recorte de 132.3 mil millones de pesos en el gasto público para el 2016 y un alza de 50 puntos base en la tasa de interés de referencia.

La razón de esto se encuentra en las mayores dificultades a las que se enfrentan los países emergentes para lograr la implementación de estímulos, ya que el uso de incrementos en el gasto público financiados con déficits presupuestarios arriesgaría su estabilidad macroeconómica y su perfil crediticio.

Las autoridades de estos países tienen razones para actuar con cautela: las fugas netas de capital de los mercados emergentes alcanzaron los 735 mil millones de dólares en 2015, el valor de sus monedas se encuentra cerca de un nadir histórico, y la prima de riesgo de sus bonos soberanos contra los del Tesoro estadounidense se encuentran cerca de su punto más alto desde el 2009.

Montañas de deuda

El nivel de endeudamiento, público y privado, de los mercados emergentes complica el panorama para sus autoridades económicas.

Entre 2009 y 2014, el nivel promedio de la relación entre la deuda privada y el producto interno bruto de los países emergentes pasó de 75 a 125 por ciento – un incremento proporcional de más de 66 por ciento.

El FMI se encuentra entre las instituciones que han advertido que los más de 18 billones de dólares en deuda corporativa que los mercados emergentes han amasado los expone a fuertes choques externos a medida que los costos crediticios se incrementen.

Banxico y los otros bancos centrales de países emergentes podrían elegir mantener bajas sus tasas de interés para estimular el crecimiento. Sin embargo, esto incentivaría el endeudamiento y fomentaría la depreciación de sus monedas, lo cual vuelve más complicado el cumplir con las obligaciones denominadas en divisas extranjeras.

La deuda pública no ofrece un panorama más alentador, ya que los inversionistas se muestran cada vez más aversos al riesgo y las calificadoras crediticias se encuentran en una racha de recortes sobre las calificaciones soberanas de los países emergentes.

En este contexto cualquier incremento significativo del gasto público financiado a través de un mayor déficit fiscal sería visto como un factor de riesgo, capaz de detonar una fuga de capital que agrave los problemas económicos que requirieron el estímulo en primer lugar.

La próxima crisis

El semanario británico The Economist destaca que, a diferencia de en los mercados emergentes, los países desarrollados tienen el espacio para lanzar programas de estímulo fiscal que actúen en conjunto con su política monetaria para sacarlos del estancamiento económico.

De implementarse, estos programas también beneficiarían a los mercados emergentes que estén vinculados comercialmente con mercados desarrollados, como en el caso de México con Estados Unidos, ya que a mayor crecimiento en las economías avanzadas mayor será el incremento en la demanda por los productos de exportación de sus socios.

Sin embargo, el problema no se encuentra en una falta de opciones de política pública, sino en una falta de voluntad política para implementarlas. Divisiones y obstáculos en Estados Unidos, Japón y la Unión Europea vuelven poco probable el lanzamiento de paquetes de estímulo completos y efectivos.

Mientras tanto, los bancos centrales de estos países continúan explorando soluciones cada vez más heterodoxas, incluyendo tasas de interés negativas, para estimular sus economías y dar espacio de acción a sus gobiernos.

Pero si las preocupaciones con las que se arrancó el 2016 se concretan en una nueva recesión global, la creatividad monetaria podría probar ser insuficiente para solucionar el problema por sí sola, o peor aún, podría contribuir al pánico financiero y al estancamiento económico. 

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