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Otro año sin carnaval

Brasil tiene poco por lo cual sentirse optimista, siendo que ya entrada la segunda mitad del 2015 los expertos prevén un año aún más decepcionante que el pasado para el país sudamericano.

La mayor economía de Latinoamérica solía ser un ejemplo de éxito para otros países en desarrollo, pero hoy es descrito por el diario británico Financial Times como “el hombre enfermo de los grandes mercados emergentes”.

9.25
por ciento la tasa anualizada de inflación registrada en Brasil a mediados de julio; ésta es la más alta en más de una década
https://youtu.be/1NY9y0PKEc8

Brasil tiene poco por lo cual sentirse optimista, siendo que ya entrada la segunda mitad del 2015 los expertos prevén un año aún más decepcionante que el pasado para el país sudamericano.

La mayor economía de Latinoamérica solía ser un ejemplo de éxito para otros países en desarrollo, pero hoy es descrito por el diario británico Financial Times como “el hombre enfermo de los grandes mercados emergentes”.

Y es que después de lograr un crecimiento anual promedio de 3.7 por ciento entre el 2000 y el 2010, la economía brasileña apenas se expandió 0.1 por ciento en 2014. Aún peor: el banco BNP Paribas prevé que este año Brasil se contraerá 2.5 por ciento.

En su reporte al respecto, BNP Paribas precisa que “la actual recesión resultará ser la peor en la historia reciente de Brasil, por lo menos desde que los datos trimestrales comenzaron a ser recaudados en 1996”. 

Por su parte el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que entre los grandes mercados emergentes sólo Rusia tendrá un peor desempeño que Brasil este año.

En respuesta los inversionistas se han dado a la fuga, y las salidas multimillonarias de capital que comenzaron en enero del 2014 han persistido lo que va del 2015. 

Esta situación podría empeorarse si la calificadora crediticia Standard & Poor’s (S&P) decide reducir la calificación de Brasil a territorio “basura” este año, algo que la empresa ha admitido estar considerando.

Estas fugas han contribuido a la depreciación de más de 23 por ciento que el real brasileño sufrió frente al dólar en los últimos siete meses. Esta caída convierte al real en la moneda con el peor desempeño en el mundo en lo que va del año, seguida por el peso colombiano con una caída de 17 por ciento. 

Por si fuera poco, esta depreciación impulsa la inflación brasileña, la cual, a una tasa anualizada de 9.25 por ciento a mediados de julio, se encuentra en su punto más alto en más de una década y registra un nivel que es más del doble del objetivo de 4.5 por ciento fijado por el banco central del país.

Banco presionado

Este deprimente panorama económico contribuye al oprobio que sufre Dilma Rousseff, la presidenta brasileña que a sólo seis meses de iniciar su segundo periodo de mandato de cuatro años registra las cifras de aprobación popular presidencial más bajas en la historia reciente de su país.

Pero Rousseff no es la única autoridad presionada por esta situación. La estanflación, la tóxica e inusual combinación de bajo crecimiento económico y alta inflación, complica la política monetaria del Banco Central de Brasil (BCB).

El avance persistente de la inflación obligó la semana pasada al BCB a alzar su tasa de interés de referencia por decimosexta ocasión desde abril del 2013. A un nivel de 14.25 por ciento, la tasa SELIC utilizada por el BCB se encuentra en su punto más alto en nueve años.

Y aunque esta decisión tiene sentido ante la inflación y depreciación que se viven en Brasil, el encarecimiento del crédito representa un freno más para el crecimiento económico del país.

Muerte de una fortuna

La historia de Eike Batista, el hombre más rico de Brasil que perdió su fortuna en tan sólo un año, es la mejor alegoría con lo que ocurre actualmente en el país.

El magnate brasileño, presidente del conglomerado energético y minero Grupo EBX, llegó a ser la séptima persona más rica del mundo de acuerdo con la revista Forbes en el 2012. Pero de abril de ese año a agosto del 2013, pasó de tener casi 33 mil millones de dólares, a 200 millones.

El talón de Aquiles de Batista resultó ser su empresa petrolera OGX, la cual no pudo cumplir con la producción de 1.4 millones de barriles diarios que tenía esperado.

A esto también se le debe agregar la caída de los precios de los metales explotados por la minera MMX que terminó por hundir las acciones del grupo.

Ahora el ex multimillonario es sinónimo de negocios fallidos y problemas legales. La armadora de buques OSX Brasil SA de Batista se encuentra en medio de una pelea con sus acreedores después de que hace unos años se declaró en bancarrota.

Bloomberg reporta que la empresa se ha negado entregar un buque petrolero que perdió como colateral hace tiempo. Ante las presiones, el director de la empresa dijo a los acreedores que si querían el buque, fueran por él a sabiendas de que esto es prácticamente imposible y muy costoso.

En otras palabras, las empresas de Batista han recurrido a utilizar las deficiencias del sistema legal brasileño a su favor en un acto desesperado por mantenerse a flote.

De manera similar, Brasil está sufriendo por la caída del precio de los commodities y la caída de la demanda china.

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