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Corrupción no es cultural

La corrupción no es un problema cultural de la sociedad, tiene sus raíces en instituciones gubernamentales débiles y falta de transparencia del Estado.

Frank L. Holder, presidente para Latinoamérica de la consultoría de escala mundial FTI Consulting, explicó en entrevista cómo algunas empresas (sobre todo las transnacionales), utilizan pretextos para no cumplir con el marco regulatorio.

“Exageramos las diferencias culturales porque es una excusa conveniente para no cumplir con prácticas transparentes en un determinado país”, afirmó Holder.

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Por ciento de la gente en México opina que la corrupción ha aumentado mucho durante el último año
"Exageramos las diferencias culturales porque es una excusa conveniente para no cumplir con prácticas transparentes en un determinado país"
Frank L. HolderPresidente para Latinoamérica
de FTI Consulting
El Estado no puede acabar por sí solo con la corrupción, es un problema también de la sociedad civil y del empresariado. El gobierno debe enfocarse en temas de transparencia, lo que ayuda al combate de la corrupción
https://www.youtube.com/watch?v=pyW-KftGINQ

La corrupción no es un problema cultural de la sociedad, tiene sus raíces en instituciones gubernamentales débiles y falta de transparencia del Estado.

Frank L. Holder, presidente para Latinoamérica de la consultoría de escala mundial FTI Consulting, explicó en entrevista cómo algunas empresas (sobre todo las transnacionales), utilizan pretextos para no cumplir con el marco regulatorio.

“Exageramos las diferencias culturales porque es una excusa conveniente para no cumplir con prácticas transparentes en un determinado país”, afirmó Holder.

Sin embargo, la corrupción se deriva principalmente por carecer de órganos regulatorios eficientes.

“La corrupción es producto de una debilidad institucional y no necesariamente una cuestión vinculada a lo cultural”, explicó.

Esto se puede apreciar si comparamos el nivel de corrupción de varios países que mantienen una relación cultural muy estrecha.

“Al analizar diferentes países de América Latina, que comparten una herencia cultural muy parecida,” argumentó Holder al analizar México, “tienen bastante diferencia en términos de los ranking de corrupción y percepción de corrupción”.

Mientras que México se ubica en niveles muy bajos en transparencia internacional, Chile sale bien evaluado. 

Si el problema fuera exclusivamente cultural, habría menos variación en la región, aún y cuando América Latina es una de las regiones con mayor corrupción en el mundo. 

La historia latina se ha visto marcada por Estados que muestran un gran énfasis en la producción económica y dejan a un lado su papel como reguladores de entidades privadas.

En opinión de Holder, también existen problemas culturales, pero no son el principal factor que promueve la corrupción. 

Cuando haces una encuesta en México y más del 30 por ciento admite haber realizado un acto de corrupción en el año, existe un problema.

El Estado no puede acabar por sí solo con la corrupción, es un problema también de la sociedad civil y del empresariado. 

El gobierno debe enfocarse en temas de transparencia, lo que ayuda al combate de la corrupción.

Lucha eficiente

El problema de corrupción de México no se deriva de la falta de un marco jurídico adecuado.

“En vez de estar tratando de crear nuevas leyes, sería muy bueno hacer regir las que tenemos”, afirmó Holder.

Los últimos escándalos de corrupción, como los del banco HSBC, Walmart, y Citigroup con Oceonografía, fueron detectados fuera de México. 

Esto demuestra cómo hace falta una autoridad que realmente supervise las operaciones empresariales.

A pesar de que muy difícil conocer el costo de la corrupción al momento en que se habla de hacer negocios en México, el impacto negativo repercute en toda la sociedad.

“El costo del país son varios puntos de su Producto Interno Bruto, es un efecto muy nocivo”, explicó Holder, “eso sin hablar de lo que puede llegar a afectar la inversión extranjera, que uno está tratando de captar con todas estas reformas que se están produciendo”.

Las empresas transnacionales deben seguir las reglas anticorrupción internacionales que existen. 

La corrupción solo funciona si existen las dos partes; tanto el gobierno como el gobernado deben jugar su papel, si las empresas se niegan a participar la corrupción disminuye. 

Para esto, las empresas deben apostar a medidas que capaciten a los empleados acerca de los efectos negativos de la corrupción.

Es más conveniente que una institución rechace prácticas ilegales antes de invertir en medidas de supervisión que castiguen a los empleados.

Por ejemplo, una manera de blindar a una empresa contra la corrupción es mediante prácticas que fomenten los negocios limpios. 

Establecer canales para recibir avisos anónimos sobre conductas corruptas transparenta las operaciones.

Trabajo en equipo

Combatir la corrupción no es un trabajo exclusivo del gobierno. La sociedad civil juega un papel protagónico en esta lucha y las empresas se encuentran en un lugar privilegiado para presionar al gobierno.

Los últimos adelantos tecnológicos se han convertido en herramientas para combatir los problemas de corrupción arraigada en la cultura de los países. 

Las redes sociales se han convertido en un aliado de esta lucha, ya que los actos de corrupción se ventilan y provocan indignación en las personas.

Lo anterior incita a la denuncia y, poco a poco, se va cambiando la mentalidad de las personas para no tolerar este tipo de actos.

Por su parte, las empresas deben emplear métodos de autofiscalización aún y cuando existan pocas posibilidades de recibir un castigo por parte de las autoridades.

Holder sostiene que los abogados son centrales en esta lucha por la que pasan las empresas.

“Los abogados están en un lugar privilegiado para ayudar a las empresas a evitar problemas de corrupción, porque generalmente el abogado no solo es uno de los consejeros más confiados del CEO o del dueño, sino que tiene el conocimiento técnico para evitar caer en problemas”, dijo.

El último reporte de Transparencia Internacional afirma que en México, 71 de cada 100 mexicanos piensan que la corrupción se ha incrementado en los últimos dos años. 

Pero 33 de cada 100 admitieron haber dado “mordida” en los últimos 12 meses.