Regresa la pobreza

Bajo la categorización del Banco Mundial, México es un país de ingreso medio alto. Sin embargo, esta denominación permitiría inferir que si la economía mexicana continúa creciendo de manera sostenida, el país llegará a niveles de desarrollo similares a los de un país promedio que sea miembro de la OCDE, comúnmente referido como el club de los países ricos.

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Inflación anualizada (por ciento)
La erosión al poder de compra de los ciudadanos mexicanos que deriva de tasas de inflación superiores al seis por ciento anual borrarán con toda seguridad el avance marginal del Estado en el combate a la pobreza

Bajo la categorización del Banco Mundial, México es un país de ingreso medio alto. Sin embargo, esta denominación permitiría inferir que si la economía mexicana continúa creciendo de manera sostenida, el país llegará a niveles de desarrollo similares a los de un país promedio que sea miembro de la OCDE, comúnmente referido como el club de los países ricos.

El informe de evaluación de la política social que publicó el Coneval la semana pasada deja ver que esta afirmación no podría estar más alejada de la realidad. México es un país de pobres: el 43.6 por ciento de la población se encuentra en condiciones de pobreza y únicamente uno de cada cinco mexicanos puede considerarse no pobre y no vulnerable.

A pesar de ello, uno de los temas torales del Quinto Informe de Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto fue el avance marginal en el combate a la pobreza. De acuerdo a datos de Coneval, el porcentaje de la población en condiciones de pobreza en 2016 se redujo alrededor de 3 puntos porcentuales respecto a los niveles del 2014. Esto quiere decir que alrededor de dos millones de personas salieron del umbral de la línea de bienestar mínimo.

El progreso difícilmente puede ser atribuido a un esfuerzo sistemático, consistente y sostenible de la política social. El consenso de analistas considera que los niveles de pobreza volverán a deteriorarse ya que la inflación ha crecido de manera significativa en los últimos meses. Esta coyuntura contrasta con el largo periodo de baja inflación, donde se llegaron a presentar niveles menores al objetivo oficial de 3 por ciento, que tuvo lugar entre el 2014 y el 2015.

Ayer, el INEGI dio a conocer que la inflación anualizada de agosto fue de 6.6 por ciento, la tasa de mayor magnitud en los últimos 16 años. El cambio en el nivel de precios es un de los factores de mayor peso en la determinación de la pobreza en México.

Pobreza endémica y crónica

A diferencia de lo que ocurre en países avanzados, los niveles de pobreza en México no está fuertemente relacionados con el nivel de empleo. Las condiciones precarias de ingreso y de carencias sociales se explican en gran medida por los altos niveles de un sector informal (casi 60 por ciento de la población económicamente activa) de baja productividad. Se explican también, en el mismo grado, por la preponderancia de la pobreza laboral.

Cifras del Coneval muestran que 85 por ciento de la población no indígena gana hasta tres salarios mínimos. El indicador se eleva a 96 por ciento para la población indígena.

El proceso de negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha puesto de relieve que esta tendencia representa una preocupación de primer orden para Estados Unidos y Canadá, mas no para el gobierno mexicano, que se ha rehusado sistemáticamente a un cambio en la estructura salarial del país.

El diario El País publicó recientemente una declaración de Jerry Dias, el jefe del mayor sindicato canadiense, que pone en una perspectiva moral a la política salarial del Estado mexicano: “(México) de alguna forma tiene que mantener a sus ciudadanos en la pobreza para generar empleos. Es un sinsentido y es indignante. No entiendo el argumento de que tenga que oprimir a sus ciudadanos para estar mejor”.

La promesa de convergencia salarial del TLCAN aún no ha quedado resuelta. Ni siquiera el sector exportador mexicano, profundamente integrado a la economía global y que generó 374 mil millones de dólares en 2016, ha podido corregir la arraigada condición de pobreza laboral mexicana, en la que el 38 por ciento de la población no indígena gana hasta un salario mínimo.

Pobreza laboral

La erosión al poder de compra de los ciudadanos mexicanos que deriva de tasas de inflación superiores al 6 por ciento anual borrarán con toda seguridad el avance marginal del Estado en el combate a la pobreza.

Esto se vuelve evidente en el comportamiento del ingreso laboral per cápita, deflactado por el índice de precios de la canasta alimentaria (línea de bienestar mínimo), que muestra un marcado declive a partir del tercer trimestre del 2016.

También se espera que el Índice de Tendencia Laboral de Pobreza, que busca medir la tendencia de la población que no podría adquirir la canasta alimentaria con su ingreso laboral y que se ha deteriorado durante este sexenio, se vea afectado de manera relevante por el descontrol inflacionario.

A pesar de que Banco de México ha implementado una agresiva política con sesgo restrictivo, patente en un aumento de 400 puntos base en su tasa de interés de referencia desde el 2015, no se ha podido limitar el traspaso de la marcada depreciación del tipo de cambio (37 por ciento desde el 2014) hacia el proceso de formación de precios.

La estrategia del banco central tiene un costo significativo en términos de crecimiento, otro nudo gordiano de la economía. Pero, el costo de la creciente inflación sobre las condiciones de pobreza del país es mucho más frágil e importante en el corto plazo.

El economista Diego Castañeda, de la Universidad de Londres, estima que para las partes más atrasadas del país, el ingreso per cápita es de entre 1.8 y 3 veces el ingreso de subsistencia.

El modelo de desarrollo actual ha hecho de México un país de ingreso medio alto, una denominación poco útil para una economía con un índice de desarrollo humano menor al de Irán, Trinidad y Tobago, Saint Kitts y Nevis y Venezuela.

¿Dónde quedó el control?

Después de la crisis económica de 1994-1995, México se volvió un referente de la estabilidad de precios. Sin embargo, recientemente, el sesgo restrictivo de la política monetaria ha sido insuficiente para limitar el traspaso de la depreciación del tipo de cambio a la inlación.

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