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Austeridad de norte a sur

Entre las dos mayores economías latinoamericanas, México y Brasil, hay mucho parecido. La suma de su Producto Interno Bruto (PIB) representa el 62 por ciento del total de la región.

Durante años, ambos países han sido de los preferidos entre los inversionistas internacionales, que han destacado su potencial. Sin embargo, recientemente también se han distinguido por la decepción que su desempeño ha causado en los mercados ante las grandes expectativas.

En la última década, México y Brasil tomaron caminos divergentes siguiendo modelos económicos  opuestos.

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Entre las dos mayores economías latinoamericanas, México y Brasil, hay mucho parecido. La suma de su Producto Interno Bruto (PIB) representa el 62 por ciento del total de la región.

Durante años, ambos países han sido de los preferidos entre los inversionistas internacionales, que han destacado su potencial. Sin embargo, recientemente también se han distinguido por la decepción que su desempeño ha causado en los mercados ante las grandes expectativas.

En la última década, México y Brasil tomaron caminos divergentes siguiendo modelos económicos  opuestos.

México apostó a la estabilidad macroeconómica y al crecimiento basado en las exportaciones. 

La aprobación de las reformas estructurales, incluida la apertura del sector energético, dio origen al efímero “momento mexicano” que tuvo su auge en 2013 .

Por otro lado, Brasil, exportador de materias primas, aprovechó un boom en la demanda de estos bienes para crecer a un promedio anual de casi 5 por ciento entre 2004 y 2008. La bonanza permitió financiar programas sociales que sacaron a 28 millones de brasileños de la pobreza extrema.

Ahora, ambas naciones enfrentan una dura coyuntura económica y una fuerte crisis de credibilidad política.

El gobierno de Brasil prevé que su economía se contraiga 1.23 por ciento este año.  Además, la inflación es de 8.17 por ciento y el país  está encaminado hacia la austeridad.

El Estado planea subir impuestos y reducir el gasto para alcanzar un superávit fiscal de 1.2 por ciento del PIB para final del año.

Por si fuera poco, los escándalos de corrupción de Petrobras, la firma energética estatal, ponen en entredicho el campo de acción política de Dilma Rousseff. 

El índice de aprobación de la presidenta brasileña alcanza apenas el 13 por ciento.

En México, el gobierno también ha reaccionado al estancamiento económico con una política de austeridad.  

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público recortó 124 mil millones de pesos al presupuesto de 2015 y 135 mil millones de pesos al gasto público del siguiente año.

El pronóstico de crecimiento oficial fue reducido un punto porcentual la semana pasada, por lo que el Gobierno espera que la economía se expanda entre 2.2 y 3.2 por ciento.

Visita brasileña

En medio de este contexto económico retador,  la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, realizó una visita a México.

Fuentes oficiales indican que el objetivo de la visita fue discutir posibles acuerdos que impulsen el comercio, la inversión y el turismo entre ambos países. 

Ambos países esperan poder doblar el valor total de su actividad comercial en un periodo de 10 años. 

Sin embargo, esto sigue sin tocar el principal producto de exportación entre ambos países: los automóviles. Brasil impuso un arancel a la importación de automóviles mexicanos desde 2012, y ha retrasado hasta 2019 la vuelta al libre comercio de estos productos.

Por otro lado, esta semana se reveló que la petrolera brasileña Petrobras ya no participará en la primera licitación de la Ronda Uno de la reforma energética.

Bancos presionados

Las autoridades de ambos países se están viendo presionadas no sólo por el lado fiscal, sino también por el monetario. Además de la reducción en el gasto público, sus bancos centrales también están apretando su política al anunciar o realizar alzas en sus tasas de interés de referencia. 

Dentro de esta situación, el Banco de México (Banxico) cobra ventaja sobre el Banco Central de Brasil (BCB). 

La menor inflación en México le permite a Banxico dejar intacta su tasa en 3 por ciento, un bajo histórico, mientras al mismo tiempo anuncia que comenzará a levantarla tan pronto la Reserva Federal, el banco central estadounidense, alce su propia tasa.

El BCB, por otro lado, no puede estimular a su economía, pues una inflación por encima del 8 por ciento lo ha obligado a alzar su tasa hasta un nivel de 13.25 por ciento.

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